Fueron casi cuatro horas de relatos crudos e impotentes. Las personas esperaban pacientes su turno para subir a ese escenario, levantado frente a la Casa de Gobierno, donde se les presentaba una oportunidad poco frecuente de hacerse oír. Explicaban cómo habían muerto sus familiares, de qué manera los culpables habían conseguido evadir a la Justicia y exigían respuestas; todos las pedían.
A un costado aguardaba Alberto Lebbos, el organizador de la marcha y el padre de Paulina, la joven que desapareció el 26 de febrero de 2006, cuando nadie imaginaba que 13 días después la encontrarían estrangulada. Mientras todos hacían catarsis frente al micrófono, él recibía los abrazos y apretones de manos de la gente que se acercaba a expresarle su apoyo. Una que otra vez también posó para las fotos que querían llevarse los familiares de víctimas de otras provincias, quienes viajaron para ayudarlo, devolviéndole el gesto que Lebbos tuvo en otras oportunidades, cuando eran ellos los protagonistas.
Era ni más ni menos que el dolor lo que unía a todas esas personas que ayer a la tarde se juntaron en la plaza Independencia, que se aguantaron la lluvia y que se quedaron hasta el final de la jornada (cerca de las 22) para dar la vuelta a la manzana en señal de protesta.
“Hoy se me juntan muchas emociones, primero las de pena y tristeza porque siempre tuve una visión optimista de la vida y esto que sucedió, el tener que andar 10 años pasilleando tribunales, me llena de tristeza y de indignación. Pero también tengo mucha energía porque en estos años de lucha me encontré con muchas mamás y papás que pasaban por mi misma situación o aún más terrible. Todos juntos fuimos aprendiendo y fortaleciéndonos para luchar e ir consiguiendo resultados, que para algunos quizás son pequeños resultados, pero para nosotros son grandes triunfos. Por ejemplo, un gran triunfo fue poder ver un expediente o que se pida la elevación a juicio”, explicó Lebbos.
Antes de bajar del escenario, cada uno de los oradores le agradecía por la oportunidad. “Esos gestos me emocionan mucho, pero siempre aclaré que este espacio es de todos. Lo que pasa es que la gente es tan buena que hasta creen que porque pueden subir al escenario tienen que agradecer. Yo los llevo en el corazón a todos y a cada uno, y en días como hoy me acuerdo de los compañeros que ya no están. Cuando pasan estas cosas cae una bomba atómica en la familia, muchos se mueren de pena, de tristeza”, lamentó el padre de Paulina.
Lebbos recordó que el año pasado, en su discurso del 26 de febrero, deseaba que los 10 años del crimen de Paulina lo encontraran celebrando que se había hecho justicia. Pero eso no sucedió. “Espero que en los 11 años vengamos a festejar que están presos todos los encubridores y que está procesado José Alperovich por ser el jefe de todos ellos”, expresó. “El principal responsable de que el crimen de mi hija esté impune está sentado en un sillón de senador nacional”, agregó.
Cada idea que transmitía Lebbos era compartida por la gente mediante aplausos. Él, emocionado, reiteraba su apoyo incondicional a las demás víctimas de todo el país y aseguraba que la lucha está más firme que nunca. “No vamos a permitir más encubrimientos, no vamos a permitir que cajoneen más nuestras causas, no vamos a permitir más impunidad”, advirtió.